La supuesta muerte del líder islámico Osama Bin Laden ha encendido los focos rojos en todo el mundo ya que su muerte ha causado gran revuelo mundial y grupos terroristas han confirmado en diferentes cadenas de medio oriente que seguirán en la lucha contra el mundo occidental.
Los Gobiernos de EE UU y de Europa han reforzado la seguridad tanto de sus embajadas como de sus tropas en el extranjero y a pedir a sus ciudadanos, especialmente a los que se encuentran en el exterior, que extremen la prudencia. "La guerra contra Al Qaeda y su sindicato del terror no ha terminado", ha advertido la jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton.
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, ha dejado claro que la muerte de Bin Laden no hará que Estados Unidos abandone la lucha contra los talibán en Afganistán, advirtiendo a este grupo insurgente de que su única salida es renunciar a sus vínculos con el citado grupo terrorista.
El expresidente de Estados Unidos Bill Clinton aseguró hoy que la muerte de Osama bin Laden es un momento "profundamente importante" para las personas de todo el mundo que buscan un "futuro común de paz y libertad. Este es un momento profundamente importante no sólo para las familias que perdieron sus vidas el 11-S y en otros ataques de Al Qaeda, sino también para la gente de todo el mundo que quiere construir un futuro común de paz, libertad y colaboración para nuestros hijos", afirmó Clinton.
En agosto pasado Obama dijo haber sido informado de una pista sobre el paradero de Bin Laden y la semana pasada decidió que había suficiente información para actuar en su contra.
Obama recordó a los familiares de las víctimas del 9-11 y señaló que nunca han sido olvidadas. Reconoció que la guerra contra el terrorismo no ha terminado, pero dejó en claro que Estados Unidos no está en guerra contra el Islam.
Además de los atentados del 9/11, bin Laden está acusado de al menos otros cuatro atentados terroristas: el ataque al World Trade Center en 1993, el asesinato de 16 soldados estadounidenses en Arabia Saudita en 1996, las bombas colocadas a las embajadas de Estados Unidos en Tanzania y Kenia en 1998 y el ataque al destructor estadounidense USS Cole en Yemen en octubre de 2000.
(Irene Euan).
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